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Recientemente ha ingresado en el MNAR un conjunto de piezas de cristal de roca.que formaba parte de las colecciones depositadas por el Consorcio de la Ciudad Monumental y procedentes de las excavaciones practicadas en Mérida en los últimos años. Vienen a unirse a las ya existentes en los fondos permanentes, con lo que, el museo emeritense consigue una más que interesante colección.
El pensamiento greco-romano hacía surgir el cristal de roca a partir de un compuesto de agua helada absolutamente pura. Ese hielo petrificado, se creía, podía conservar el frío si no generarlo. Por ello, en ese material se modelaron recipientes que parecían extraídos del hielo.Y era un placer destinado a privilegiados, el poder beber y, sobre todo, ofrecer al paladar de un huésped, agua helada en la que, además, flotaban pequeños trozos de nieve “robada” a las montañas.

Plinio refiere que es Nerón quien introduce en Roma la costumbre de beber agua helada, deudor de los príncipes persas y helenísticos que la cultivaban desde antiguo, pues sus culturas sabían preservar el hielo durante largos periodos de tiempo. Pero beber agua a partir de nieve derretida se consideraba causa de enfermedades crónicas, por eso se aconsejaba hervirla antes de enfriarla.
Y el hielo semeja también una joya, descendida directamente de las esferas superiores del cielo. El cristal de roca resume lo mejor de su esencia, ofreciéndose a la luz en toda su transparencia. Un material dotado, a su parecer, de grandes virtudes, motivo por el cual se prefería para la fabricación de amuletos o de objetos semejantes al que ahora mostramos.
Un material tan exclusivo tuvo, por fuerza, que intentar ser imitado. Sólo se consiguió en parte con el vidrio incoloro, mucho más caro que cualquier otra variedad de pasta vitrificable. Sin embargo su textura y frialdad permanecieron inimitables, siendo por siempre un regalo de los dioses.
Bibliografía:
Erkinger Schwarzenberg:”Cristallo” en M. Baretta y G. Di Pasquale: “Vitrum. 11 vetro fra arte e scienza ne/ mondo romano” Firenze -Milano, 2004. pp 61 y ss.

 

P. C.

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